En los años 80 la banda se convirtió en un invitado frecuente y solicitado en Alemania, Austria y Suiza. No había límites para el entusiasmo que generaban las actuaciones, fueran del tipo que fueran, desde bailes hasta fiestas conmemorativas de salas pasando por festivales. Con los fraques perfectamente puestos y los arreglos fijados exactamente igual de perfectos, la Pasadena Roof Orchestra conseguía siempre animar al público, que no podía evitar seguir el ritmo con los pies.
Desde el Musikhalle de Hamburgo hasta el parque del palacio de Karlsruhe pasando por el auditorio municipal de la localidad rural de Balingen y la Kornhaus de Ulm, Alemania se postraba a los pies de estos músicos con zapatos de charol, probablemente también porque constituían el polo opuesto en estilo y gusto a la extravagante década del neón. Además, el resto del mundo, por ejemplo Hong Kong, se ha visto contagiado por este deleite.
A comienzos de los años 90, llegó por fin el momento: la Orquesta realizó su primera gira por los Estados Unidos...